Quitando un par de honrosas excepciones, lo saben ustedes, Stephen King no ha tenido suerte con las adaptaciones de sus libros a las pantallas, chicas o grandes, y ni siquiera él mismo ha podido trasladar sus peculiares miedos a otros medios. Paradoja curiosa, puesto que King suele tener (¿o tenía?) un gran sentido cinematográfico en sus escritos y su particular universo está lleno de referentes a mitos de la cultura pop. Imagino que porque los derechos de adaptación se venden para unos veinte o veinticinco años, a la reciente revisión televisiva de El resplandor se le suma ahora la nueva visita a Salem´s Lot, en miniserie de dos episodios de la TNT/Warner Bros que nos llega directamente en DVD, sin haber pasado por ninguna cadena televisiva, ni siquiera de pago, e imagino que aprovechando el tirón de otros vampiros o cazadores de vampiros sleeper y con gran éxito en el mundo de la venta directa (sí, me estoy refiriendo a Buffy y Angel).
Salem´s Lot, publicada en español bajo los títulos "La hora del vampiro" (donde se revelaba lo que queda oculto en buena parte de la trama) y "El misterio de Salem´s Lot" (donde no se revelaba nada, aunque ya se encargaba de hacerlo la ilustración o la foto de portada) es posiblemente la mejor de las novelas de Stephen King. Fruto de su primera época, cuando no era todavía multimillonario y estaba repleto de buen estilo y grandes ideas. Su inteligente transposición de la estructura narrativa de Drácula a un pueblecito norteamericano contemporáneo jugaba también con los iconos de la cultura popular, con todo el conocimiento del mito vampírico que los protagonistas de la historia tenían gracias, precisamente, a las películas de serie b, a los tebeos y la literatura. Fue adaptaba ya a la televisión con bastante más pena que gloria por el sobrevalorado Tobe Hooper allá por 1979 (y fue, pásmense, estrenada en nuestras salas en un remontaje que dejaba fuera más de la mitad del metraje con el absurdo título de Phantasma 2), con un David Soul ("Hutch") que no se creía nada de lo que estaba haciendo, un James Mason que intentaba dar dignidad (pero poca maldad) a su personaje de Straker, y un vampiro Barlow que bebía directamente del aburrido Nosferatu que por aquella época, entre ratitas blancas y francesitas despampanantes, nos ofrecía Werner Herzog.
Llevar este libro (o cualquier libro) al cine supone, de entrada, traicionarlo, incluso cuando se pretenda serle fiel. Esta nueva miniserie que dirige Mikael Salomon (director de algún episodio de Band of Brothers o Alias, qué bueno es el google), y con guión de Peter Filardi, se encuentra con el problema de su adaptación a dos episodios de hora y media, donde el primero de ellos es simplemente la presentación y exposición de los personajes, sin que pase nada que enganche al espectador (mientras que la prosa de King y su capacidad de presentar a los personajes y sus peculiaridades sí que lo hace). Sin embargo, la historia se explica bien, los personajes no son de cartón piedra y muestran bien sus matices, y sobre todo el casting puede calificarse de sobresaliente, desde un Rob Lowe que da mejor que Soul el pego de ser un escritor (Ben Mears) en busca de arreglar cuentas con los horrores de su pasado (y que es capaz, como ya vimos en The West Wing, de ser convincente en las escenas donde su personaje debe mostrar compasión), a un inspirado y lobuno Donald Sutherland como Straker, el guardián del vampiro (la antítesis del watcher que interpretara en Buffy-la-película, la causa según Joss Whedon de que fuera un fracaso de taquilla), y sobre todo a un incomensurable Rutger Hauer como Barlow, en las antípodas de la marioneta vampírica calva de la versión de Tobe Hooper y que se mueve como pez en el agua con estos personajes fronterizos capaces de alternar atractivo físico (aunque el pobre Rugerón esté ya como una pasa) y psicosis maligna. El resto de los secundarios (el médico, el sheriff, la pilingui, la pareja de ancianos, los niños, el basurero deforme, la calientapollas punki) están bastante conseguidos (aunque se echa en falta alguno de los grandes secundarios de la tele y el cine americanos... quizás porque la miniserie esté rodada en Australia). James Cromwell hace un magnífico papel como el descreído, borrachín y torturado padre Callahan, y es quizá en los otros tres personajes secundarios centrales donde la serie no se halla: desde Frequency, Andre Braugher tiene que hacer papeles de señor muy mayor (¡cuando nació en 1962!), aunque el hombre hace lo que puede para interpretar a Matthew Burke, el profesor Van Helsing de la historia, aquí claramente homosexual. Pese a su parecido con Marg Helgenberger (la Katherine de CSI), Samantha Mathis no transmite demasiadas emociones como Susan Norton, la chica de la historia, que desaparece sin que nos haya dado tiempo de familiarizarnos ni enamorarnos de ella, y el personaje del chaval, Mark Petrie, interpretado por Dan Byrd, no llega a tener los matices ni el protagonismo ni el atractivo del libro, quizá para no abusar del recurso al niño repelente tipo Wesley Crusher.
La palma, claro, se la llevan tanto Sutherland como Hauer en sus actuaciones, capaces de mostrar comedimento y grandguignol al mismo tiempo. Lástima que, por la propia naturaleza de la historia y de sus personajes, ambos salgan muy poco. Llama poderosamente la atención que la narración (quizá por estar destinada al medio televisivo) eluda en gran parte tanto el componente "de susto" como las escenas de vampirización, usando y quizá abusando de la elipsis y sin regodearse jamás en escenas que, por otra parte, podrían dar mucho miedo: el niño muerto llamando a su madre por teléfono para que le abra la puerta; ese mismo niño sorbiendo la sangre de la madre a través del pie; el despertar de la madre en la morgue y su postura imposible; las aulas y los centros de trabajo que se van quedando vacíos de gente. La segunda mitad de la mini-serie, sin abusar tampoco, sí muestra ya con algo más de enjundia el ataque vampiro sobre la ciudad, y no es casualidad entonces que las mejores escenas estén ahí: la irrupción de Barlow en la casa de Mark; el enfrentamiento con el sacerdote; el ataque de los niños al autobús escolar; la boda vampírica; la charla final entre Susan y Ben; el reencuentro del padre edípico con su hija y su movida vampira.
Se echa en falta, insisto, un poquito más de tensión en el relato. Esa tensión que tiene el libro casi desde la primera página y que ni ésta más que aceptable versión contemporánea ni la anterior han sabido transmitir con el pulso necesario.
Y, sí, uno se queda con ganas de que vuelvan a contarnos historias de ese pueblo lejano que es, en el fondo, tan ruin y tan admirable como cualquier pueblo de los que tenemos cerca.
Comentarios (64)
Categorías: TV Y DVD