Se ve que lo tenía to pensao, el Juancarlo. Ya había lo menos veinte en la chirigota, y los que todavía seguro que estaban por caé. Todavía nadie había abierto la boca (y visto por la tele como tienen los piños los chirigoteros, mejón retrasarlo lo máximo posible), o sea, que no sabía ninguno si ninguno sabía cantar, y ya soltó la gracia la Maru, la mujé de Miguelito Restrepo: que mu bien eso de la chirigota mixta, como los changüi, que pa eso existía la paridá del Zetapé aunque los hombre no parieran, pero que de qué iban a salí, que el lunes había Piojito y había que ir pensando en comprar las telas.
Y entonces el Juancarlo se sacó del bolsillo de atrá del pantalón una libreta la mar de chula, que o la había mangao en las oficinas de Delphi antes de que lo mandaran al carajo pipa, o lo mismo hasta la había comprado en Repeto, porque se le habían ido los ojos detrás de la agenda que tenía el Bizco Durán to llena de borradores del himno de España, el himno del Cadi y la lista de lo que debía en Viagra en la farmansia. Y va el Juancarlo, el nota, y sin cortarse ni un pelo dise, tipo tipo, y to los demás, de cachondeo, como en la chirigota del batidora, saltan y chillan gorgorito. Torre se dio cuenta en ese mismo momento que la futura charanga callejera e ilegal tenía más peligro que el Sarkozy en el jurado de Miss España, pero como era mu prudente, no dijo na.
Totá, que dijo el Juancarlo que había pensao unos cuantos tipo, y no había acabado de decirlo cuando la Conchi, la parienta de Paco el Cabesa, que estaba preñá (iba a ser una chirigota con dos bombos) levantó la mano como si estuviera en las esclavas y dijo que el disfraz fuera cómodo, por favó, pa poder hacer pipí sin tener que quitárselo todo, que despué era un coñaso.
Lo primero, que no pasara como el año pasao, dijo el Juancarlo, que se disfrazaron to la patulea de Bin Laden y luego, en las fotos, había uno de más y nunca llegaron a saber quién era. Un tipo que se le había ocurrío, Los patitos mi compare, homenaje tardío al Maspapa, fue rechazao por unanimidad, que a nadie le hacía gracia ir disfrazao de vomitera, que ya bastante tenía la Conchi con el coñazo que le venían dando los trillizos que traía en la barriga, que parecía que bailaban brikdans. Po güeno, borrao lo de los patitos, ea.
Otro tipo, Los pre-paraos, o sea, de estudiantes de eso de la Eso, lo tuvieron que anulá ipso farto, que ya habían hecho el chiste en una chirigota del Falla (eso le pasaba a Juancarlo por hablá con cualquiera, que la gente está a la que salta). No preocuparse, que hay más, dice el andoba, y suelta una retahíla de títulos de chirigotas y tol mundo les ponía peros: Los rumaños (o sea, de rumanos aragoneses con el cubo de agua y la bayeta susia pa limpiá los parabrisas del coche: el estribillo sería una jota); Los que van tiesos (de clicks de airgamboys); Las Mari con sones (de jineteras cubanas y el Juancarlo de Fidel; ahí fue cuando Torre lo mandó pa más pallá del mismo carajo y dijo que él no tocaba la trompeta); Ca gadita en la calle (de perro), y Estoy pasmao (de policía local).
Casi se habían decidío por lo de policías, que era sencillito y había que trabajá poco, cuando Torre recordó que si otra vez los queus cogían la gripe del pollo, a ver si la gente se iba a creer que ellos eran de la pasma de verdad y los iban a poner a controlá el tráfico en mitá la bulla.
Descartao lo de policías, po de detestive, dijo el Juancarlo, improvisando. Los detestives privados. O sea, de detectives despeinaos, con una gabardina vieja, y borrachos. Tol mundo aplaudió lo de privados, o sea, cocíos de mollate. Esto es Cadi, y aquí hay que mamá…
(CONTINUARÁ: LAS COPLAS, OIGA, LAS COPLAS)
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Categorías: Historias de Torre