Fue la idea más interesante y más audaz que tuvo Marvel Comics en los años setenta, una época en que la "casa de las ideas" tal vez fuera tan caótica y cicatera como ahora, pero donde al menos rebosaba talento y ganas de explorar para el mundo del comic otras direcciones donde el llamado "comic de autor" asomaba la patita a la vuelta de la esquina, y donde los sempiternos superhéroes de la editorial quedaban relegados a un segundo plano ante el ímpetu de personajes (Dracula, Zombie, Shang-Chi) que abrían nuevos caminos a la narrativa.
El terror como moda estaba ya dando su canto de cisne y, posiblemente imaginando que la ciencia-ficción daría a partir de ahora un fuerte paso al frente (como así fue, sólo que dos años más tarde), el editor Roy Thomas promocionó la publicación de un magazine en blanco y negro, Unknown Worlds of Science Fiction, al estilo de Savage Sword of Conan o Savage Tales, con una temática algo más adulta y literaria que los tradicionales comic-books en cuatricromía. Era un riesgo, en cualquier caso, puesto que paradójicamente, a pesar de que impregne conceptos como Fantastic Four o Superman, la ciencia-ficción per se no parece tener gancho alguno en el mercado norteamericano del comic-book. Los temas fantacientíficos se escudan y ahogan dentro de las andanzas de los superhéroes, pero no logran sostener ningún título en el mercado.
Mundos Desconocidos, como fue la serie publicada en España por Ediciones Vértice (en una chabacana edición, pura vergüenza), recogía en parte el espíritu de los viejos comics de ciencia-ficción de EC Comics, que desaparecieron por las imposiciones censoras de la caza de brujas macartista que, a su vez, desembocaron en la creación del castrante y estúpido Comics Code. Pero daba un nuevo salto adelante al ofrecer historias cortas originales de excelente factura temática y gráfica ("Juguete Bélico" de George Perez y Rico Rival; "Dios mío", de Dave Cockrum; o "Una ojeada desde el exterior", de Neal Adams, cuya última página no fue publicada en español y, por tanto, impidió que se comprendiera la conclusión de la historia, donde el joven protagonista revela que la carta que ha recibido es una orden de reclutamiento para ir a Vietnam), y alternarlas con jugosas entrevistas con autores como Ray Bradbury, Frank Kelly Freas o Alfred Bester y artículos sobre los premios Hugo o la histórica revista Analog, sin hacer ascos a las teorías de Von Däniken tan de moda aquellos años, para acabar de redondear la propuesta con la adaptación al comic de relatos y novelas de ciencia-ficción, con lo cual el listón de las historias quedaba efectivamente muy alto, al no tener que recurrir por fuerza al manido truco de la sorpresa final tan típico de las historias cortas del tema y al poner al alcance de los lectores un material riquísimo, muy superior temáticamente a lo que se había venido haciendo hasta entonces... y desde entonces.
Usando el concepto del "cristal lento" de Bob Shaw como introductor a las historias que se reflejan en tan curioso precursor de lo que hoy consideraríamos un simple video (y que en la narración sería el equivalente al Tío Creepy de los tebeos de miedo o al televisivo Rod Serling de Twilight Zone), los lectores tuvieron la oportunidad de leer las excelentes adaptaciones al comic de obras maestras como El día de los trífidos ("trífides" en la traducción) de John Wyndham, La aldea encantada de Van Vogt, Adán y ninguna Eva de Alfred Bester (además de publicar una página de muestra de la adaptación australiana al comic de Las estrellas mi destino que todavía nos hace la boca agua), Una visión de Venus de Otis Adelbert Kline, o la larga y genial versión que el filipino Alex Niño hizo de Arrepiénte Arlequín, dijo el señor Tik-Tok de Harlan Ellison. La época de publicación de este material en España conllevó la no publicación de la adaptación del relato de Michael Moorcock He aquí el hombre, cuya especulación sobre el origen de Jesucristo como viajero temporal a la búsqueda de sí mismo, sacrificio en la cruz incluído, habría acarreado más de un problema a la editorial, pero que sería recuperada en un número de Nueva Dimensión.
Era una revista de entendidos y para entendidos, y pudo haber sido para el público norteamericano del comic (y al español) lo que la añorada y ya mencionada Nueva Dimensión fue para nosotros: un camino a mundos nuevos. Sin embargo, la audaz propuesta acabó en fracaso y la revista apenas duró seis o siete números en el mercado.
Dos años más tarde, Star Wars ponía la ciencia-ficción de moda, y curiosamente sería Roy Thomas el encargado de guionizar la adaptación al comic de la película. Al socaire de su éxito, Jim Warren lanzaría 1984 y la convertiría en un éxito, aunque la madurez de sus historias y la calidad de sus tebeos no pudieran compararse, ni de lejos, con la solidez narrativa de las adaptaciones de estos Mundos Desconocidos, un título que quizá habría que tratar de reeditar algún día, de manera decente, en un solo volumen antológico.
Comentarios (36)
Categorías: Historieta Comic Tebeo Novela grafica